Letras #Elizabeth

Era un día bastante aburrido, pero como todos los demás, llevaba apenas unos pocos por allí y me había pasado la primera semana enferma, vomitando y mareada hasta el punto de que todas las habitaciones me daban vueltas, lo mejor era que una de las enfermeras parecía contenta por ello, como si estuviera en plena fase de quitarme el mono, no tía, simplemente estoy enferma, no le des más vueltas. Pero nada, yo era la adicta, con trastornos de personalidad y encima asesina.

Tía Margot, como te lo has currado campeona... Me decía mentalmente, pues por su culpa estaba ahora en aquella situación, ¿qué hacer cuando descubres que tu única sobrina ha acabado con la vida de su novio en defensa propia?, si esa sobrina que tienes, la que acaba de perder a su padre que le deja una buena herencia, ¡Vanessa está loca encerrádla que yo administro su herencia! Pues eso, supongo que algo de razón tendría, pero una locura sana, ¿no?, el problema es que decir en un lugar como este que no estás loco, es como ir al Burger King y pedirte una hamburguesa, lo más normal del mundo, que por cierto, mataría por una hamburguesa... Y ahora si, como consejo personal, no digas eso en voz alta.

Fuera llovía, vale ya no, acaba de parar, me encontraba en el interior de la biblioteca, tal vez el único sitio que me gustó de verdad, libros, ¿qué más?, yo me leía hasta las etiquetas de los botes de champú. Me encantaba leer y ahora gracias a aquel lugar no podría continuar mis estudios, eso me cabreaba bastante. Para colmo me había venido con un libro que era mío, una de las pocas cosas que me dejaron traer al interior de aquel maldito lugar, Las flores del mal de Baudelaire, me encontraba echada sobre la mesa del centro, mirando por la ventana como las nubes se iban moviendo con tranquilidad, aplastando el libro con un lado de mi cara suspirando aburrida.