I hate you, i'm not gonna crack [Heaven]

Heaven se encontraba en una habitación de paredes y muebles de un blanco impoluto, de estos que resultan en ocasiones hasta vomitivos. La enfermería. Últimamente solía visitarla a menudo, tanto por las peleas que causaba con los pirados de aquel maldito antro, como por las heridas que ella misma se provocaba. Todo es culpa de Anya, solía pensar.

Hacía apenas tres días que había estado encerrada en los cuartos de aislamiento, tras haber tratado de agredir a uno de los guardias y, posteriormente, a uno de los loqueros. Y, como siempre, esto se debía a su otra personalidad, "Anya".

"-Anya, ¿cuántas veces voy a tener que decirte que debes de dejar las peleas?
-Niñata estúpida... Solo dices tonterías.
-Desde que apareciste, solo me das problemas. ¿Por qué estás aquí?
-Porque yo soy fuerte. Tú débil. No sabrías valerte por ti misma sin mi ayuda.
-¡Márchate!
-¡ME MARCHARÉ EL DÍA EN QUE TE MUERAS, FURCIA!"

Durante los días que Heaven estuvo recluida, se escucharon discusiones de ese tipo desde el pasillo. Los trabajadores ya estaban acostumbrados y advertidos de su enfermedad.

Y tras salir de ese espantoso lugar, una vez más, la encerraron en su propia habitación. Estuvo los tres días acurrucada en una esquina, mirando un punto fijo y moviendo las manos con nerviosismo. Cualquiera que observara, sabía lo que pasaba perfectamente: Anya no estaba. La joven que se encontraba en ese lugar era tan solo Heaven.

Y ahora surge la pregunta. ¿Qué pintaba la loca ésta en la enfermería? Cortes. Algunos profundos, otros superficiales. Su otra personalidad trataba de atormentarla. Así era como Heaven reaccionaba. Sacaba de debajo de una loza suelta de su habitación una cuchilla y empezaba a herirse a sí misma, gritando. "¡CÁLLATE! ¡DÉJAME EN PAZ! ¡VETE DE UNA JODIDA VEZ!". Y antes de que aparecieran los guardias, ella ya había vuelto a esconder la cuchilla y eliminado cualquier rastro que pudiera hacer que detectaran dónde se encontraba.

Así que, una vez más, había acabado en la enfermería. Mientras las enfermeras la curaban y vendaban, Anya había hecho su aparición. Era fácil de identificarla: despeinada, mirada feroz y traviesa, y sin pelos en la lengua. Había tratado de ligar con una de las enfermeras, pero esta únicamente terminó su trabajo y ambas salieron de allí, cerrando la puerta. -¡YO TAMBIÉN TENGO MIS NECESIDADES!-. Sabiendo que no saldría de allí hasta que pasaran unas horas, encontró entretenimiento en una pelota de plástico pequeña, que le cabía en la palma de la mano. Sentada en la cama y con la cortina echada, empezó a tirarla contra la pared, haciendo que botara en el suelo y volviera a ella. No era especialmente divertido, pero era algo al fin y al cabo.

Para su sorpresa, alguien decidió que era hora de hacer compañía a Heaven. O Anya, en ese caso. Alguien entró, maldiciendo a, posiblemente, los guardias. Como me imaginaba, habían vuelto a encerrarla. Esta vez, tenía compañía, al menos. Jugueteó con la pelota entre las manos, observándola. Ojalá no fuera algún maniático de esos. Algunos eran unos completos lloricas. Daban ganas de darle una paliza a cada uno. El pirado que al parecer iba a acompañarla durante esas horas, se sentó en una silla, a su lado. Segundos después, estaba apartando la cortina para ver quién se encontraba allí sentada. La joven mantenía una postura relajada, con la espalda sobre varias almohadas y las rodillas flexionadas. Alzó la mirada y observó a su acompañante con fijeza, detenidamente.

-¿Qué te has cargado para acabar aquí dentro?- preguntó Heaven, sin emoción alguna en la voz. Quizá algo de curiosidad. A juzgar por el chapucero vendaje de su mano, algo había hecho y algún gilipollas no había sabido hacer bien su trabajo. Más de uno debía aprender algo de primeros auxilios.

Off: La leche con esto de la feria me olvide por completo, disculpa la demora.

Ajá lo sabía allí había alguien más definitivamente no estaba solo, mi sentido arácnido me indicaba a la perfección que ocurría a mi alrededor en el momento en el que entraba en territorio desconocido, allí había una chica con un peinado un tanto extravagante ligeramente hecho con las manos, ¡no me jodas! ¿me habían metido con una loca? siempre me las había imaginado medio calvas por eso de tirarse de los pelos, etc. Y esta no presentaba una cabellera muy peinada y cuidada, se dirigió dando justo en el centro de la cuestión de mi estancia en el lugar - Las lámparas que son una mierda - Si de verdad tenía que explicar como había sucedido podría acabar pareciendo más ridículo de lo que era el corte producido con el cristal de una bombilla, muy inútil tenía que ser para hacérmelo, pero era así, me lo había hecho.
- ¿Dónde leches se ha metido la gorda de la enfermera? - Oh mierda, había preguntado por la fea en vez de la que estaba buena, al menos me alegraba la vista mientras me curaban, ese pensamiento me resulto desagradable... ¡no soy un maldito salido! - ¿Y la otra la delgada?, acabaré desangrándome hostia -Me quejé nuevamente haciendo referencia a la organización que tenían allí dentro.

Tenía pinta de que iban a tardar en aparecer por allí y no pensaba quedarme pensativo en silencio, ni que decir tiene que pensar no es lo mío ni en broma se me da mejor el comunicarme con los demás, para que después digan que soy un antisocial, paso - ¿Tienes nombre? todos tenemos uno... - Le dije aunque al momento recordé la pulsera - Ahg cierto aquí te llaman por tu número, odio que nos traten como experimentos - En ese momento solté una carcajada ridícula a cerca de la situación, creo que en ocasiones nuestras cabezas son dignas de un experimento por algo estamos aquí a fin de cuenta, algo no hicimos bien a fuera, aunque yo mantengo el pensamiento de que a mi no me cambia ni el diablo, el diablo es como mi amigo, un alma bohemia sin ataduras, y a mi me encanta eso de libertad de expresión.

- ¿Fumas? ¿bebes? ¿follas mucho?, vamos por alguna razón lógica deberías de estar aquí compañera, de ser así solo sería uno en esta habitación. – Sentía curiosidad del por que ahora estaba compartiendo la habitación de la enfermería con ella, dije aquellas tres razones por decir algo, a lo mejor tenía razón y era una de esas locas que ahora están bien y luego están mal o podía ser... me hecho un poco hacia atrás apoyando el trasero en una de las otras camas que había allí por precaución mientras pensaba que podía ser de esas inocentes que cambian a agresiva.

Entonces me fijo en las curas de sus brazo mientras pienso que quizás se trate de esas que se auto lesionan - ¿Un día duro? - Me estremezco ligeramente pensando que aquí todos los días son duros, no por que se trabaje en demasía ni nada por el estilo, si no por soportar algo que no es de tu agrado – Es una mierda lo sé