Welcome to Nowhere | Gwen.

Día 651. Estadía Común. Tarde nublada.

Había tomado por costumbre sentarse en un sillón alejado de las ventanas, los asientos que daban a las ventanas se llenaban de tal manera que la poca sensación de libertad que daba el estar cerca de las vistas del patio para la morena quedaba a anulada. Allí sentada a lo indio, alejada de todos, parecía no llamar la atención de los demás internos del lugar y eso precisamente era lo que deseaba. Silenciosa, distante, demasiado tímida como para acercarse a nadie había en ocasiones en las que Eva acababa por parecer un mueble más de aquel lugar. Dos años largos siendo un mueble es demasiado tiempo, pero ¿cómo sabes si después de tantas medicinas y terapias podría sobrevivir fuera?

Todos se equivocan. Solo yo entiendo lo que ocurre en mi cabeza, ningún doctor con bata o pastillas atontadoras van a poder pararlas. Solo yo puedo pararlas.

Había garabateado con uno de sus lápices gastados en su diario. Odiaba que no la dejaran tener otra cosa, pero había tantas medidas de seguridad allí que la vida estaba bastante limitada. Por lo menos ella había conseguido la manera de engañar con la medicación, esquivando los registros.
Seguía con el lápiz sobre el diario, pero a decir verdad no sentía que tuviera nada que más que apuntar por aquel día. Su cabeza estaba tranquila, tan tranquila que hasta se sentía algo sola. Tardó un rato en darse cuenta de que una sombra le estaba quitando lo poco de la luz de la ventana que le llegaba a ese sillón apartado. Sonrió al principio, pensando que los monstruos volvían a por ella, alzando la cabeza lentamente, sin embargo solo vio a una muchacha rubia con la misma cara de demacrada que probablemente tendría ella misma. Su reacción fue la de siempre, se puso tensa sobre el asiento y apretó su diario contra el pecho, nadie podía tocar sus diarios. Al final, la miró como siempre entrecerrando los ojos y ladeando la cabeza. — ¿Y quién eres tú? — preguntó, a regañadientes.

Como siempre permanecía callada, evaluando el rostro y el resto del cuerpo de la rubia que para ella había aparecido de la nada. Se concentró en su figura delgada y espigada, de aspecto frágil del mismo como que la suya propia, empezando a pensar que quizás era alguna especie de juego de espejos de su mente. Observó en silencio como la muchacha se sentaba en el sillón de al lado, viendo esos bonitos ojos claros demasiado hundidos, no parecía una de las cosas peligrosas que a veces le daba por proyectar a su cabeza, pero es que la morena había aprendido demasiado bien a no fiarse de nada de lo que tenía a su alrededor en estos años.
Aún aferraba el diario contra el pecho, algo que al parecer había llamado la atención de Gwendolyn , que ese era el nombre que le había dado la muchacha. Eva pensó para sí misma que quizás si se encontraban mañana se llamaría Patrick, pero no le dio la menor importancia porque eran cosas que ocurrían en ese lugar.

La joven parecía tan distante como ella misma, pero no le gustaba la larga mirada que tenía en su diario, aquello le generaba una ansiedad que no era buena... probablemente eran de esas cosas que le acabarían por pasar factura esa misma noche. Así que procuró relajarse, sin soltar el cuaderno y le regaló una larga y casi vacía mirada a su acompañante. — Soy Eva. Te diría que es un placer, pero nada de por aquí lo es y no quiero empezar por mentirte. — comentó con esa claridad que la caracterizaba y luego casi sin querer añadió una sonrisa aún aferrada al diario.