El loco y la yonki (Winter H. O'Connell)

Llevaba cerca de dos horas tumbada boca arriba en la cama, entrelazando sus dedos e intentando no pensar en nada, esa era la clave, si despejaba la mente incluso podría quedarse dormida. Miraba sus dedos como si fueran la cosa más interesante del mundo, siguió mirándolos hasta que de sopetón dio un golpe en la cama, a su costado, con la mano abierta. Estaba harta de ese lugar y no llevaba ni una semana. Se levantó resoplando y maldiciendo por lo bajo y empezó a dar vueltas en círculos por la blanca habitación, algo había en ella que la sacaba de sus casillas.

Desesperada por el olor a limpio del edificio decidió salir a los jardines. Allí, a pesar de no oler a desinfectante, el panorama no cambiaba, mirara donde mirara veía gente desconocida que la observaban pasar, estos, lo único que recibía de ella, era una hostil mirada. Nunca fue su fuerte lo de relacionarse, y ser nueva en aquel sitio lo hacía más difícil.

Se sentó en un banco vacío y miró hacia el edificio. Una cámara la enfocaba, genial, de eso no se había dado cuenta. Le gustaba ser el centro de atención pero no ser vigilada las veinticuatro horas del día. Rodó los ojos y se levantó para continuar andado. Pensó que si tuviera un paquete de cigarrillos y una china tal vez la cosa no sería tan mala pues hacía una buena tarde. Sacudió la cabeza y se clavó las uñas en la palma de la mano intentado alejar esos pensamientos.

Caminó con los dedos rozando el muro que rodeaba el jardín hasta que vio a un chico unos metros más adelante, no estaba segura de si hablaba con una de las guardias que acaba de pasar o lo hacía solo. Winter pensó que eso daba igual, si buscaba gente normal allí no la encontraría, se dijo a sí misma que ella tampoco lo era. No haber hablado con a penas nadie desde que llegó la ponía de mal humor así que decidió abrir un poco el caparazón y acercarse al chico.

-¿Hola? - dijo parándose al lado del chico, apoyando el hombro contra el muro y dejando caer su peso sobre este. - Soy Winter. - Aquello era algo un tanto incómodo para ella pues nunca había tenido que presentarse a nadie, estaba acostumbrada a que la gente la conociera.

Una chica bastante guapa se apoyó justo a su lado en el muro y le habló, esto extrañó bastante al chico, ya que las mujeres solían ser bastante distantes con él en ese centro, bueno, no todas..., las ninfómanas no paraban de hablar con todos los chicos y eso le cabreaba bastante ¿para que coño calentaban a los tíos si luego no podían hacer nada por las putas cámaras?.

- Hola - dijo girando la cabeza hacia ella - Winter eh, tu eres la yonki nueva ¿no? - dijo mirando de reojo la cámara de la esquina - ¿alguna vez te has parado a pensar en la relación que tienen los Yonkis con los Yankees? - volvió la vista hacia ella y alzó las cejas - supongo que no, son gilipolleces que a veces se me dan por pensar

¿Porqué coño se había acercado a él?, ahora lo verían relacionarse con la novata y el puto psicólogo de mierda le haría preguntas estúpidas sobre ella. "Puto Henry, siempre desapareces cuando pasan cosas fuera de lo común en la rutina". Hacía tiempo que no hablaba cara a cara con Henry, antes pasaban más tiempo juntos, tanto tiempo que ahora los médicos y los pacientes del centro también le llamaban a él Henry.

- Yo no tengo ese nombre de mierda - dijo pensando en voz alta. Después recordó que la chica estaba a su lado - y dime Winter, ¿estás aquí por voluntad propia?, no..., tu no pareces de esas..., ¿te metieron los cabrones de tus padres no?

- ¿Así que no llevo una semana y ya tengo apodo? - alzó una ceja mirando a aquel chico. Eso la alagaba, nunca le había gustado ser una desconocida fuera por donde fuera. Siguió el rápido movimiento del ojo del moreno y se encontró con otra cámara, un rápido vistazo a lo que alcanzaba a ver del jardín le sirvió para darse cuenta de que aquello estaba repleto de aquellas dichosas cámaras que se movían de un lado a otro. -Nunca lo había pensado aunque tal vez los Yankees sean unos yonkis, nunca me ha gustado el béisbol pero si fuera así, los yankees empezarían a caerme mejor. - comentó volviendo la cabeza hacia su compañía a la vez que se acomodaba el pelo... manías, todo el mundo tiene alguna.

A pesar de ser una situación nueva, Winter no estaba incómoda y si lo estuviera tampoco iba a exteriorizarlo, "tú siempre tan dura" pensó para sí misma. No era su culpa, había aprendido que tenía que ser más lista que el diablo en toda ocasión. Y a pesar de ello a veces se le escapaba un poco de su amable y dulce antiguo yo a través de la coraza.

El raro comentario del chico la sacó de sus pensamientos, a pesar de no saber a qué venía prefirió no darle importancia y hacer como si no lo hubiera escuchado. Prestó más atención al oír su nombre. - A saber dónde estaría yo ahora mismo si fuera por voluntad propia... desde luego aquí no. - una amarga media sonrisa asomó en su rostro. - Deduzco que tú tampoco estás aquí por voluntad propia, ¿o sí? - preguntó, y tras una pausa añadió - Por cierto, lo de cabrones se les queda corto.

En esta ocasión, la chica levantó ambas cejas simultáneamente. -Bueno, pues entonces me presento otra vez -carraspeó un poco -. Hola, mi nombre es Winter pero me llaman Yonki, un placer conocerle. - seguida a sus palabras vino una sarcástica y muy acentuada reverencia.

- Yo iba a ser bailarina de barra en un burdel de carretera, -dijo moviendo levemente la cabeza de arriba hacia abajo- pero un día me golpeé en la cabeza y mis padres creyeron que estaba drogada... así llegué yo aquí. - pensó que era una historia graciosa, ojala hubiera sido cierta. - ¿Y puedo preguntar quién cojones es tu amigo Henry? - se humedeció los secos labios- Porque si de verdad quemó a un grupo de pijos quiero decir que tiene mi más sincero respeto.

La mención hacia los pijos la hizo acordarse de su Chicago, allí había muchos. Winter al principio había optado por pasar de ellos y al final terminó haciéndoles la vida imposible, le resultaba demasiado satisfactorio verlos cabreados y lloriqueando. Sonrió para sí misma, aquellos sí que eran buenos tiempos. Joder, en ningún momento había pensado que sería posible echar de menos meterse con los pijos.

-Algo he oído hablar. -dijo con los ojos entrecerrados haciendo memoria. Había oído algo a las enfermeras. -¿Lobotomías, eh? Interesante... -hizo una pequeña pausa para mirar fijamente al chico - Pues quiero que algún día me lleves al ala X. -una media sonrisa enmarcó su rostro expresando emoción por algo que parecía prohibido.

-Por cierto, a ti te ha dado tiempo ha ponerme hasta apodo pero yo todavía no sé tu nombre. - inclinó la cabeza hacia un lado.

- Encantado Winter Yonki - dijo divertido por la situación, por un momento soñó que se encontraba en otro lugar, en un tiempo muy lejano donde la gente podía hacer lo que quisiese siempre y cuando no te matasen con una espada o una maza. Le gustaban las historias medievales, porque siempre había sangre, vino y putas... y más sangre -

- Interesante, es una lastima, estoy seguro de que hubieras sido una excelente bailarina de barra - miró hacia la cámara de nuevo al escuchar la pregunta de Henry - un tío al que conocía antes de venir aquí, es un poco cagón. Muy cagón, pero hace tiempo que no lo veo, estos mamonazos me dicen que está más cerca de lo que creo, ¿y qué cojones significa eso?

Nunca había ido hasta el ala X, más que nada porque había vigilancia constante las 24 horas del día, la única manera de escabullirse era mediante los túneles. Pero a ver quien tenía huevos de ir por los oscuros túneles.

- Claro, ahora mismo, como no estamos rodeados de cámaras ni nada - dijo siendo sarcástico - este sitio está mas vigilado que la cámara acorazada del Casino Mirage. Solo se puede salir por las túneles, y te aseguro que no es muy cómodo

Nadie sabía su verdadero nombre, ni los médicos, ni los pacientes, solo Henry lo sabía, y había prometido no contárselo a nadie. Quería seguir siendo anónimo en aquel lugar. Por si algo malo pasaba.

- No soy nadie, pero puedes llamarme por el apodo que me han puesto los putos guardias, Gollum - dijo riéndose - ¿bonito verdad?, esos idiotas son la verdadera peste de este lugar... por eso prefiero adoptarlo como mi nombre, así no se pueden meter conmigo

Le guiñó un ojo y rió levemente tras su contestación. La palma de la mano empezó a picarle, se la miró de reojo y visualizó unos puntos rojos, supo rápidamente que era sangre y maldijo todo le que se lo ocurría, en ningún momento de su anterior arrebato su intención había sido hacerse heridas, sabía que aquello probablemente tendría que pagarlo. Se limpió con cuidado la mano en el costado intentado eliminar algo de sangre, esta todavía no estaba seca.

-Decían que tenía futuro... aunque todo lo que la mayoría dice son, casi siempre, gilipolleces. - hizo una mueca de asco recordando algunas de las gilipolleces que había escuchado en toda su vida, que no eran pocas. - Yo desde luego no sé qué significa, en lo poco que llevo aquí no he entendido prácticamente nada de lo que me han dicho esos idiotas, parece que se empeñan por hablar en clave... tal vez sea el idioma de los gilipollas, parece lógico.

-Bueno, en ningún momento he pedido que sea fácil o cómodo. -miró a su alrededor - Eso le quitaría la gracia. -esbozó una media sonrisa sin que es gesto de su rostro a penas cambiara. En verdad no sabía si estaba sonriendo de verdad o no, ya se había acostumbrado a expresar los sentimientos mundanos sin tenerlos, era una de sus principales reglas, mostrar realmente poco de lo que en realidad sentía. - ¿En serio hay cámaras por todos lados y están activas a todas horas? - preguntó con cara de asco. Sentirse vigilada la hacía sentir muy incómoda. Miró a su alrededor y alcanzó a ver un par de cámaras en las cuales no había reparado antes. Entre los guardias y las cámaras esa sensación empezaba a hacerse mayor y aquello la cabreaba de una forma tremenda.

-¿Así que Gollum? Pues no soy quién para decir si es bonito o no, pero desde luego es... digamos que curioso. -observó al chico y volvió a acomodarse el pelo - Para ti todos son o unos cabrones, o unos mamones, o peste, ¿no?

- Pues cuando quieras nos adentraremos en los túneles inexplorados del gran Morrigan's Asylum - dijo intentando poner una voz interesante, como de videojuego -

Se dio cuenta de que la chica cada vez estaba descubriendo más cámaras en el edificio y no pudo evitar sonreír. A él le había pasado lo mismo hace cinco años, era difícil acostumbrarse, como con la mierda de comida que servían en aquel lugar.

- Si, las 24 horas del día, no se les escapa una. Yo creo que tienen una en una de las esquinas de mi habitación, claro que tienen motivos para ello - dijo pensativo intentando recordar que es exactamente lo que le había hecho a aquel guardia - pero bueno eso no es asunto tuyo novata

Parecía que aquella chica había entendido a la perfección cual era percepción que tenía Henry del mundo "cabrón, mamón y peste". Asintió ante aquella afirmación y examinó a la chica con más detenimiento. "No está mal la rookie esta"

- Deberías tener cuidado con el pasillo de los violadores, pueden hacerle ascos a una gorda o a una cara mandril, pero si pasas por allí estoy seguro de que más de uno tirará la puerta abajo - dijo sonriendo imaginándose la situación -

Sonrió enseñando un poco la blanca dentadura y lo acompañó con una firme mirada al moreno como única contestación. Sus ojos brillaron por un momento, y quiso estar fuera de allí con más fuerza que nunca, le era imposible estarse quieta y más difícil todavía le era obedecer ordenes, siempre había sido demasiado libre y había hecho lo que había querido como para ahora soportar esto. Maldijo por lo bajo en noruego, si algo no había olvidado de allí era lo mal que se habla.

-Ya podría entrarle sida a todos los guardias. -refunfuñó fingiendo encontrarse un poco más cabreada de lo que en realidad estaba. Demasiado serena tal vez para su fuerte carácter, no tardó en echarle la culpa a los medicamentos. - Y a los médicos de paso también. -puso una de sus manos a la altura de su cadera - Tranquilo, veterano, era simple curiosidad. - añadió con un tono melodioso.

Notó la mirada del chico examinándola, algo que nunca cambiaría era lo mucho que le gustaba ser el centro de atención y que la miraran.

Rió levemente ante la imagen de la situación, desde luego sería gracioso de ver. - No sé cuántos son pero si vienen de uno en uno seguro que tengo para todos. -contestó inclinando la cabeza hacia atrás y levantando la ceja derecha a la vez que esbozaba una media sonrisa algo pícara.

Soltó una carcajada poniéndose algo nervioso ante la situación, parecía que la chica lo estuviese tentando como algunas veces hacían las ninfómanas, intentó relajarse para no parecer distraído por el hecho de imaginarse cosas que en aquel lugar jamás ocurrirían.

- ¿Te va lo duro eh? - dijo con una sonrisa en la cara - por un momento me he puesto cachondo, pero luego he pensado en lo desagradable que debe de ser que un animal de eses abuse de una mujer

Suponía que la chica estaba de coña, porque sino había que estar muy loca para hacer esas cosas, si estaba tan desesperada solo tenía que hablar con algunos pacientes, aceptarían encantados la petición de la chica, pero con los violadores... que cojones.
Se apoyó en la pared casi recostándose, le dolían las piernas de estar de pie, como echaba de menos poder hacer deporte, si allí se podía correr, pero ¿qué más?, menuda mierda de lugar.

- He oído que es chungo eso de dejar las adicciones - dijo intentando cambiar de tema - pasarás unas noches cojonudas en el hospital. Una vez vi a una tía volverse tarumba por eso